
"¡Qué hermoso se puso tu flamboyán este año!", le comenté a una amiga, alabando el frondoso y rojo árbol que está en su escarpa, a la puerta de su casa.
"¡Ay, si! Pero es una barbaridad porque tira mucha basura. ¡Diario hay que barrer!", fue su contracomentario.
La belleza cuesta. Y estoy segura de que lo mismo me diría mi amiga si se tratara de pagar una sesión en el salón de belleza o su tratamiento de bótox.
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Prohibir el uso de celulares y radios en los bancos causa el mismo efecto que colocar señalamientos de tránsito en los estacionamientos:
"Nadie hace caso"
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Detesto ir al banco, sea cual fuere la institución bancaria. Todas tienen defectos en su atención a los usuarios.
Pero la que menos me disgusta (y no soy cliente) es Banamex. Cuando menos ahí tomas tu turno y te puedes sentar a esperar, en el aire acondicionado, a que puedas pasar a la caja a realizar tus operaciones.
De resto, en todas hay que formarse en una obsoleta fila y rabiar porque, en muchas de las sucursales hay establecido equipo para cuando menos cinco cajas y sólo hay dos cajeros trabajando, sin mencionar una cola de quince gentes esperando su turno.
Ahhh, memorándum a mi persona: Esta no es época para contratar crédito, ni para casarse, ni para procrear familia.
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Al fin realicé el pago de la tenencia del automóvil que tengo designado para mis diligencias. No había hecho el pago, no por no tener el importe, sino porque el portal del Gobierno del Estado de Yucatán nunca me dejó realizar el trámite. Y a pesar de que perdí parte de mi tiempo notificándoles, nunca les dio la gana de reparar el error.
Su objetivo era que uno se acercara a alguno de los módulos para admirar los malencarados rostros de los empleados de la SSP.
Pero no eso quería comentar. Una de las razones por las que nunca he querido un automóvil que sea de mi propiedad es, precisamente, el tener que pagar un impuesto anual por algo que me costó muchísimo dinero adquirir.
Una buena amiga nos explicó que el impuesto por tenencia vehicular sirve, en parte, para lograr la construcción y mantenimiento de los viales públicos.
Sin embargo, prefiero continuar utilizando vehículos que no son míos y evitarme la preocupación de tener que agregar otro impuesto a mi colección de pagos.
Y a pesar de que todo mundo se queja del pago de tenencia vehicular, nadie le dice no a un cochecito.
Si se estableciera un impuesto por cada hijo procreado, ¿las familias considerarían en serio planear su descendencia?
Claro que al país eso no le conviene porque en un futuro ya no habría tanta gente a quién cobrarle impuestos.
Pero cuando se establezca el impuesto por tenencia de mascotas, ese día no sólo me volveré activista, porque pelearé porque las autoridades siempre han hecho caso omiso a la Ley de Protección a los Animales y a la Ley para la Protección de la Fauna, sino que presentaré mi propuesta para establecer el Impuesto por la Tenencia de Familia.
Después de todo, gracias a tu intransigencia, estaré trabajando por tus hijos, no por los míos.