Han pasado varios meses desde que cerré un blog en donde, de cuando en cuando, solía expresar algunos sentimientos. Arreglé mis asuntos personales y al parecer ahora me encuentro con las cosquillas de teclear otra vez mis ocurrencias.
Pero soy floja de nacimiento y cualquier cosa que pudiese alterar mi comodidad es motivo para desanimar mi empeño. Dos personas terminaron de convencerme para reanudar el mover de mis deditos sobre un teclado: Lida, mi compañera y amiga, quien desde hace seis años me consiente mis malcriadeces y Vanessa, una gran maestra y compañera de manualidades, a quien siempre agradeceré su amistad y sus atenciones para con mis malcriados (mis gatos).
Es por eso que decidí comenzar este proyecto pero para realizarlo de la forma como más me gusta: desde mi hamaca.
Es mi lugar favorito en el mundo. Desde ahí domino todo. Desde ahí puedo hacer manualidades. Desde ahí veo la televisión. Desde ahí pido servicio a domicilio, ya sea comida, supermercado, medicinas, etc. Desde ahí puedo comer, tomar mi cerveza y hacer mi propia fiesta. En fin, mi hamaca es mi mundo, un mundo invadido por mis gatos, a quienes adoro y les permito habitar en él (¿o son ellos quienes me lo permiten?).
Y aunque las demás actividades que me obligan a levantarme de mi nicho son necesarias, nada como la recompensa de regresar y sentir el calor de hogar desde mi hamaca.
Pero soy floja de nacimiento y cualquier cosa que pudiese alterar mi comodidad es motivo para desanimar mi empeño. Dos personas terminaron de convencerme para reanudar el mover de mis deditos sobre un teclado: Lida, mi compañera y amiga, quien desde hace seis años me consiente mis malcriadeces y Vanessa, una gran maestra y compañera de manualidades, a quien siempre agradeceré su amistad y sus atenciones para con mis malcriados (mis gatos).
Es por eso que decidí comenzar este proyecto pero para realizarlo de la forma como más me gusta: desde mi hamaca.
Es mi lugar favorito en el mundo. Desde ahí domino todo. Desde ahí puedo hacer manualidades. Desde ahí veo la televisión. Desde ahí pido servicio a domicilio, ya sea comida, supermercado, medicinas, etc. Desde ahí puedo comer, tomar mi cerveza y hacer mi propia fiesta. En fin, mi hamaca es mi mundo, un mundo invadido por mis gatos, a quienes adoro y les permito habitar en él (¿o son ellos quienes me lo permiten?).
Y aunque las demás actividades que me obligan a levantarme de mi nicho son necesarias, nada como la recompensa de regresar y sentir el calor de hogar desde mi hamaca.
1 comentario:
Bienvenida de nuevo al Cyber Espacio!!
Nomás no se vaya usté a caer de su hamaca... Cuidao con las mecidas!
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