
Una cantina, en Yucatán, es un establecimiento en donde la gente, mayormente los caballeros (y los no tanto) acuden a "refrescarse" con bebidas embriagantes. La mayoría de estos establecimientos cuenta con un anexo, al que llaman "Salón Familiar", que es la sección en donde se permite la entrada a las damas.
Sin embargo, los salones familiares evolucionaron. Se hicieron más grandes con el objeto de captar más gente (sobre todo turistas) y contratan grupos musicales y artistas, generalmente cómicos, así como bailarinas que hagan lo suyo con la menor ropa posible. Una de estas últimas, que logró alcanzar la fama a nivel nacional, logró escapar de su natal Cuba, hacerse de cierto nombre aquí para luego brincar a la televisora nacional.
Pero me estoy alejando de lo que quiero decir.
Todavía existen salones de cerveza que decidieron no ser famosos (conservando aún la separación de los géneros), a no ser por la tradición que lleva su nombre. Uno de ellos es El Venadito, ubicado en la calle 41, a unos metros de llegar a la Avenida Itzáes. Lejos de ser un lugar fancy, sólo te sirven lo que hay en su pequeño menú, y nada más.
Es un lugar al que acudes a refrescarte con un par de cervezas y una botana consistente en cáscara (chicharrón), cebolla curtida y charritos. Si deseas almorzar puedes elegir entre dos o tres platillos que ahí ofrecen.
Sin embargo, los salones familiares evolucionaron. Se hicieron más grandes con el objeto de captar más gente (sobre todo turistas) y contratan grupos musicales y artistas, generalmente cómicos, así como bailarinas que hagan lo suyo con la menor ropa posible. Una de estas últimas, que logró alcanzar la fama a nivel nacional, logró escapar de su natal Cuba, hacerse de cierto nombre aquí para luego brincar a la televisora nacional.
Pero me estoy alejando de lo que quiero decir.
Todavía existen salones de cerveza que decidieron no ser famosos (conservando aún la separación de los géneros), a no ser por la tradición que lleva su nombre. Uno de ellos es El Venadito, ubicado en la calle 41, a unos metros de llegar a la Avenida Itzáes. Lejos de ser un lugar fancy, sólo te sirven lo que hay en su pequeño menú, y nada más.
Es un lugar al que acudes a refrescarte con un par de cervezas y una botana consistente en cáscara (chicharrón), cebolla curtida y charritos. Si deseas almorzar puedes elegir entre dos o tres platillos que ahí ofrecen.



He visto a los más acaudalados empresarios que van ahí a tomar "dos como la gente" e incluso celebrar alguna reunión de negocios. O he visto señores bajar de su auto y pararse en el mostrador a apurar una o dos bebidas para luego continuar su camino.
Es uno de mis cantinas predilectas para ir a comer, sin la molestia de música ruidosa, chamacos chechones o borrachos impertinentes. Eso sí, tiene su propia política de admisión.

5 comentarios:
jajaja orale con su derecho de admision...
Ay se me antojron esos papadzules!!!
Me encantó lo de chamacos chechones!!! Yo voy a los Eladios ezclusivamente a comer, porque ni el mesero te oye con tanto ruido :S
Si que lo pasaron bien chicas, me da gusto.
ezclusivamente? jajaja
la versdad no conocia ese lugar, pero se escucha bien la idea de que puedes platicar a gusto, lejos del mundanal ruido..
Está buenísimo este lugar, no seas mala, podrías poner la dirección exacta de este lugar? :D Saludos.
Compadreeeeeeeeeee vamos por dos!
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